UN PIE DETRÁS DE OTRO

Paseando, no suelo tener ganas de hablar porque me siento a gusto en el cálido abrazo del silencio y la compañía ajena. Sin embargo, no me importa que me hablen sin cesar de cosas que hasta ese preciso instante no tenía en cuenta para seguir respirando. Es como ir caminando con un ritmo de palmas detrás de ti, te hace andar dando saltitos pero sin saltar como un suave vaivén que te mece según las imágenes de nuevos paisajes que van apareciendo delante de tus ojos.

Y como voy andando no voy a decir nada más, lo dicho ya es bastante.

UNA ARAÑA CUALQUIERA

Una araña solitaria pasea por el desierto
sin saber qué hacer ya que acaba de nacer.
Mira con sus cientos de ojos a su alrededor
localiza un cardo seco que aún se mantiene en pie.
Al ser lo único diferente,
allí se dirige sin dudarlo
y la sola idea de alcanzarlo
la libera del asfixiante ambiente.
La minúscula araña está loca de contenta
con su casa-cardo.
La parda araña se propone trenzar allí su futuro
a la par que una tela que perdure tras el paso de los años.
Nadie lo sabe y ella es la única consciente,
todo puede ya comenzar.
Aproxima el extremo distal de su vientre al punto más alto del débil y seco cardo,
nada puede pararla ya.
Se deja caer y vuela con la tibieza del viento,
en menos de un minuto lo tiene todo listo,
una preciosa espiral y ella en el centro.

De paseo por el Norte, yo, guiada por el calor y el agua corriente, yo, que no me doy cuenta de nada, me acerco a ti, quién eres tú, tú eres esa pequeña e insignificante cosa que no me importa nada, nada más que lo justo para que no se produzca tu extinción. Al pasar no te quiero mirar pues me das miedo, ¿dónde se ha visto una araña con los ojos azules?, ¡qué barbaridad! Mas en cuanto me despisto me pongo a apreciar la trabajada espiral y al momento estoy ya dentro midiendo cien veces menos y agarrándome con una mano al límite inferior de un hilo de tu casa.
- No te preocupes, preciosa, que yo te ayudo.
Levanto la mirada, consolada por una cálida voz, y te veo a ti, diminuta rareza de ojos azules transformada en araña que nadie ve. Te doy la otra mano y me asombras con tu fuerza, sin yo hacer nada, tú ya me tienes atrapada y todavía estoy en tus patas.
Nada más pisar la red me siento más segura pues el futuro ya está resuelto y no hay nada más que pensar, hacer o explorar; tú que lo sabes me abrazas y me tumbas en tu malla pues te apremia el corazón a que muevas tus patas y me envuelvas en tu magia.
Con toda la pasividad de tu presa casi no te das cuenta de que aún no la has mordido, pero claro, eres joven y aún no sabes dónde. Me miras a los ojos y te acercas a mi cara (¡qué bonitos ojos tienes, araña endiablada!) abriendo tus pequeñas mandíbulas me inoculas tu veneno directamente en la yugular y así siento como más rápidamente se apodera de mí este sentimiento, que ya tenía, de desposesión de mi misma. La araña no entiende nada ya que aunque es joven sabe que tiene que comerse a su primera presa pero algo se lo impide, la ha mordido, la ha envuelto en sus sábanas y siente deseos de otro cosa, misteriosamente se le ha quitado el hambre.
Yo que estoy encerrada y privada de mi libertad veo como cambia tu expresión y me alegro de sentir tu calor tan cerca, aquí acostada a mi lado, abrazándome fuerte, muriendo, tú de hambre y yo envenenada.

ELENA EN EL MUNDO: Hold me tight

ELENA EN EL MUNDO: Hold me tight
http://www.youtube.com/watch?v=8L453rbHcuk

DIRTY DANCING

Cuando todo se inunda con aguas sucias, locura colectiva, cabezas saltarinas bambambam sin parar pararará... jazzzzzz.no tenemos a nadie que diga como debemos bailar y todos en la pista con agua hasta la barbilla nos momomovemos como sardinillas en la red de pescar, clisclasclisclas, nada que nada que nada. Vamos por aquí, vamos por allá, locura colectiva a punto de estallar... skaaaaaa. Quien no lo comprenda acaso no tiene hambre, o no le late el corazón con el ritmo de un tamtambor, poroporopopopo todos a una, se rozan los lomos las sardinillas y mira cómo brillan jajajajaja... ayyy las sardinillas como brillan las chiquitillas nada como brillar para que te vean, nada como nadar para aprender a bailar, nada como las olas para llevar el ritmo en la pista, nada como los seres azules para la circulación sanguínea... bluuuuues ¡qué ricas... las sardinillas!

SE BUSCA: DOS DEDOS DE FRENTE

Nadie me ha enseñado nunca cómo se deben sentir las emociones y, claro, qué hago yo rodeada de gente sin saber a qué hacen referencia las cosas que siento. Me siento demasiado socializada de mala manera porque algo dentro de mí intuye que la manera de sentir generalizada no es la verdadera sino una que alguien se inventó y que, como mala moda, se nos impone. Todo esto, diría Freud, es una lucha entre tu Id y tu Superego.
Pues, querido Freud, Ego está en medio y a Ego le gustan las cosas claras y el chocolate... el chocolate de su pueblo. Las cosas claras y esta moda no me aclara nada. A veces las cosas serían sencillas en el mundo del aquí te pillo y aquí te mato, es decir en la salvaje naturaleza de ahí fuera de nuestras burbujas, ciudades burbujas, impasibles a lo que demandan los seres que en ellas habitan porque son como Dios que atiende tantas plegarias diferentes que al final no hace nada y así mantiene el equilibrio. La Tormenta Perfecta, oigo en la tele, ¿!y qué!? acaso me va a afectar en algo. Estoy demasiado protegida, el sistema nos protege de sobremanera y menos mal que es así porque no todos sabemos manejarnos con dos dedos de frente, bueno o sí pero cada cual con su frente y cada cual con sus dedos y volvemos al aquí te pillo, aquí te mato de la libertad total que da la naturaleza y que tanto deseo a veces cuando no pienso lógicamente. Pero ahora, que lo estoy pensando con mis dos dedos y con mi frente, quiero que me socialicen en condiciones y no de cualquier manera, lo que resulta ser un poco tarde para hacerlo pues tengo 27 taquitos de jamón. Por eso: ¡¡¡JUS APRUEBA LAS OPOSICIONES Y HAZ CON ESOS ADOLESCENTES LO QUE NO HICIERON CONMIGO!!!

Hold me tight

Mientras la música de aquella pornógrafa de mis pensamientos inconfesables emanaba del ordenador portátil que sujetaba firmemente contra mis muslos, notaba esa rara sensación de desapego con la realidad, relajación y despreocupación tan propia de momentos íntimos ya sola o en compañía. Fue entonces cuando me di cuenta de que realmente la canción tenía esa cadencia especial, ese ritmo lento, acompasado e in crescendo; que las teclas del piano retumbaban como tocadas en mi vientre, llegando los agudos a alguna parte de mi cerebro a la que no le he puesto un nombre todavía, como pulsos de otra vida chocando contra mí, como olas de otro mar al romperse el istmo que lo separaba del mío, como universos paralelos que tras una extraña y azarosa curva de mi bucle espacio-temporal chocan en un nuevo comienzo de todas las cosas, energía, cálida y móvil que no se detiene ante nada, ni siquiera ante mi cabeza que parece querer pararlo todo para poder controlarlo. Hay cosas que no se pueden controlar porque no se deben controlar porque son el inicio y el final de todo porque son la energía que hace que el mundo gire porque hacen de un puñado de casquería, la pieza vibrante, la cuerda timbrada, el centro de todo lo mío.